jueves, 17 de enero de 2013

El más célebre de los papazos

Resulta que uno de mis hijos, de la noche a la mañana se convirtió en un apasionado jugador de ajedrez y deseoso de mostrar sus habilidades, era frecuente que por la tarde  esperara el regreso de su papá con las piezas listas sobre el tablero.

Casi invariablemente, el resultado de estas partidas manigüeras era adverso para el muchacho, pues debido a su bajo nivel no podía llegar muy lejos frente a un adversario que en modo alguno era un experto, pero que sí tenía  mucha más experiencia.

Quizás cansado de tanto perder, un buen día este jovencito dijo que  se había buscado a alguien para que  sacara la cara por él, que estaba seguro de haber encontrado la horma de mi zapato en materia ajedrecística, que esta vez sí se acababa el abuso.

Cierta cuota de alarde es a veces natural en estos casos, fue así como le respondí entonces que podía traerme a cualquiera, lo mismo a Carpo que Gasparo, mientras más fuerte mejor, así vería él la clase de jugador que era su papá.

En la antigua Escuela de Maestros  Tania La Guerrillera, pude ver por fin la cara del prometido contrario, lo cual no dejó de sorprenderme mucho por tratarse de una niña con no más de doce años de edad, muy delgadita ella y con el pelo intensamente negro y largo.

Nunca he subestimado a nadie, pero esta muchachita de mirada serena, notablemente respetuosa, frágil en apariencia, no me pareció ser en modo alguno un fuerte  rival,  de forma que seguro de una rápida victoria le pedí que jugara con las piezas blancas.

Pero ocurrió lo insólito, desde el inicio del juego comenzó a sacar ventaja, el ataque por parte de las negras  era neutralizado con jugadas precisas, elegantes, cuando anunció el inevitable jaque mate, lo hizo como diciendo: “ay, disculpe por ganarle, señor”.

Lamentablemente, no me ha sido posible determinar la fecha exacta de esta anécdota que  ahora retomo con mucho gusto, aunque calculo que este “suceso deportivo”  ocurrió unos diez o doce años atrás.

Lo cierto es que aquella pequeña creció y  tiene en estos momentos el ELO más alto entre las ajedrecistas cubanas, y para disfrute de los pinareños se ha convertido en la primera Gran Maestra de la provincia.

Es de suponer que sepan ahora que les hablo de la joven deportista vueltabajera Lisandra Ordaz, de quien recibí el más célebre de los papazos.