martes, 1 de julio de 2014

PARA POLO, UN HOMENAJE



 Polo Montañez, lo mismo que el niño Jesús, nació en las condiciones más humildes que alguien haya podido imaginar.
 Llegó al mundo en un bohío vara en tierra el cinco de junio de 1955, y a la hora de parirlo, su madre Lucrecia apenas contó con compañía.
  Como asistente solo tuvo a la hija mayor --una niña cuando aquello--, quien más asustada que otra cosa, apoyó en el difícil trance de cortar la "tripa del obligo".
Fue un parto en medio de la noche, en un intrincado lugar de la Sierra del Rosario conocido por El Brujito, sobre unas mantas de sacos carboneros hervidas para la ocasión.
Familiares cercanos a Polo han recordado lo ocurrido aquella noche... ella, Lucrecia, de rodilla sobre las mantas, esperó sin un quejido por la llegada de la criatura.
Y con la misma humildad que nació creció Polo, tanto que algunas amistades cercanas a su familia aseveran que vino a vestirse “como persona” sobre los diez años de edad.
Tampoco era amigo de soportar el calzado cerrado, y muchos candelarienses lo recuerdan andando en chancletas de rusticidad legendaria.
En medio de las lomas donde vivía no había escuelas a las cuales pudiera asistir con regularidad, pero así y todo se las valió para aprender a leer y a escribir.
Hizo carbón, cortó marabú, chapeó potreros, manejó tractor, fue cortador de caña de los largos, y ordeñaba las vacas sin maniatar.
Ahora bien, desde los siete años tocaba un tambor más grande que él, hecho sobre el tronco ahuecado de un aguacate.
Y tenía un oído musical privilegiado, lo que le permitió tocar intuitivamente el piano, la guitarra, las claves, el güiro, la tumbadora o cualquier otra cosa que sonara.
Su verdadero nombre era Fernando Borrego Linares, y ha sido hasta el momento uno de los pocos músicos cubanos que haya obtenido dos discos de oro y uno de platino.
Sin embargo, no fue un hombre de suerte, su talento vino a ser reconocido tardíamente luego de pasadas las cuatro primeras décadas de vida.
Su música tiene la rara virtud de gustarle a todo el mundo, a los niños, a los jóvenes y también a los más adultos de la familia.
El 20 de noviembre de 2002, conduciendo por la autopista, su carro impactó contra un camión en la zona conocida por La Coronela.
Toda Cuba se mantuvo en vilo hasta el 26 de noviembre en que se conoce la noticia de su inesperado fallecimiento.
Un día alguien me dijo que a Polo lo habían mandado a matar, que era mucha la envidia que despertaba, en lo personal creo se trate de un soberano infundio.
Eso sí, a veces tengo la amarga impresión de que Polo Montañez se fue sin haber tenido él mismo conciencia de su tremenda grandeza.
 
 
 

 
 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario